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Desde que se publicó la primera edición de 1812 de los cuentos recopilados por los hermanos alemanes Jakob y Wilhelm Grimm se ha hablado mucho de la crueldad y lo macabro de las versiones originales, que tuvieron que ser corregidas para ponerlas al alcance de los niños. Lo cierto es que los cuentos que se hicieron populares a nivel mundial fueron los publicados en una selección especial destinada para niños hacia 1825.
El acopio que hicieron los Grimm de los relatos populares que circulaban durante el romanticismo alemán fue el fruto de un trabajo de muchos años que dio como resultado una antología de 200 cuentos y 22 leyendas pequeñas, que en principio no estaba destinadas al público infantil. Todas esas historias están compuestas de trasfondos de diversa índole, que reflejan características morales, religiosas, sociales e históricas de la sociedad europea; en algunas, no obstante, reina un ambiente que se acerca al mundo fantasioso de las fábulas, mientras que en otros cuentos existe una mezcla de ambos tipos de historias, y es precisamente en ellos donde se ponen en evidencia determinadas prácticas sociales que poseen un trasfondo histórico y mitológico al interior del mundo ficcional en el que aparecen, como en los casos en que se toca el tema de las prácticas de magia.
En el presente artículo realizaré un acercamiento a los cuentos recopilados por los hermanos Grimm donde se ejercite la magia, haciendo para ello dos reducciones. La primera es que me limitaré a observar la práctica de la magia en personajes con atributos humanos; y la segunda, es que escogeré a personajes femeninos. Quiero mostrar que en los cuentos de los hermanos Grimm la magia que es practicada por diferentes criaturas humanas alcanza la calidad de malévola cuando es llevada a cabo por brujas o madrastras.
Artículo completo en: BABAR, Revista de Literatura Infantil y Juvenil