Encantadora velada con Enrique Vila-Matas


El pasado 12 de setiembre el Instituto Cervantes de Múnich acogió en su sala de conferencias al gran Javier Vila-Matas para un selecto número de asistentes.
                 Con los reflectores a viva luz sobre la mesa ceremonial y el auditorio en penumbras se dio paso en exquisita atmósfera a las palabras del reconocido autor. Vila-Matas comenzó la reunión creando un agradable suspenso en base al relato de un sueño. Todo para confesarnos que al despertar aquella vez había dudado de su existencia, pues el personaje que él mismo encarnaba en su pesadilla le había parecido más real que su misma persona y se había sentido ya entonces  un impostor.  
                   
Ese parece seguir siendo el tema que apasiona a Vila-Matas, desde los viejos tiempos de su novela Impostura (1984).  Entre otras revelaciones, contó haber encarnado en algún momento de su vida el papel de ser su propio editor y escribir el prólogo a uno de sus libros; así como haber creado personajes borgeanos inexistentes, a los que, no obstante, sus lectores se habían encargado de darles vida en la realidad, creándoles páginas en la Wikipedia. Por otro lado, sabe que él mismo tiene más de una cuenta en el Facebook a su nombre, llevadas por otras personas.
                 Interesantes resultaron también las observaciones que hiciera ---tal vez sin notarlo--- sobre los idiomas como puentes de comunicación prescindibles. Contó, por ejemplo, que una de sus pasiones era la cultura irlandesa, por lo que desde hace mucho tiempo sigue la tradición de visitar esas tierras isleñas anualmente, y de disfrutarlas al máximo, sin haber aprendido hasta ahora una palabra de irlandés. Por otro lado, afirmó que no es consciente del cambio de idiomas que hace mientras habla a diario, intercalando el catalán con el castellano, según los interlocutores con quienes converse.  Se diría que, para Vila-Matas,  el diálogo humano y la literatura están por encima de los idiomas. De ahí que el motivo de la ceremonia se centrara en la presentación de su novela Dublineska, en su versión traducida al alemán,  entre cuyos temas se encuentra aquello que resulta ser el escenario principal de fondo:  una ciudad impostora, que juega a ser, y no ser, la ciudad de Joyce.

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Imagen:  Detalle de libro autografiado por un impostor de Vila-Matas.

De libros, quipus y mafias


Entrevista a Ofelia Huamanchumo de la Cuba
Por Fernanda Gayoso



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Ofelia Huamanchumo la Cuba (Lima, 1971) ha publicado en julio de este año la novela corta Por el Arte de los Quipus, bajo un joven sello editorial (Vagón Azul Editores) de su ciudad natal. La autora, radicada en Alemania, teje en su ópera prima una entretenida historia sobre las peripecias que pasan dos filólogos, un peruano y una española, de paso por el Perú, mientras van tras las pistas de un manuscrito colonial que descifraría el misterio del sistema de comunicación prehispánico de los quipus. Se interponen en el camino la pasión y la locura, pero también las mafias, tema polémico sobre el que la escritora y docente universitaria ha accedido a conversar.


Con tu novela Por el Arte de los Quipus inauguras un tema en la literatura actual peruana asociado al género que está de moda, conocido como ‘de aventuras bibliófilas’. Lo que llama la atención es que no sigues la tradición de ir por el camino de la novela histórica que se remite a recrear tramos paralelos al pasado historiográfico conocido, o rellenar vacíos, sino que tú tocas más que todo acontecimientos actuales, a manera de denuncia, como es el tema del robo de libros y manuscritos antiguos de instituciones en el Perú.  ¿Qué te llevó a ello?
En realidad esta novela era inicialmente otra historia, que nunca pude desarrollar: la de unos coleccionistas de estampillas, y estaba tejida en torno a las mafias de vendedores de sellos postales falsificados que alguna vez rondaron por la feria dominical de filatelistas que se llevaba a cabo en el patio del Correo Central de Lima. Ese esbozo de novela que algunos amigos míos leyeron, durmió por mucho tiempo hasta que en el año 2011, cuando yo tenía preparado un viaje de investigación a Lima, un día antes de mi vuelo, a finales de febrero, el director de la Biblioteca Nacional del Perú anunció en comunicado público oficial el cierre de la institución debido a los robos habidos, y por inventarios, etc. Yo no pude cancelar el viaje y entonces con el tiempo que ya no necesitaba para pasarme el mes entero en bibliotecas y archivos limeños decidí sentarme a escribir la novela sobre libros perdidos o perseguidos, con la esperanza de hacer más bulla en torno a ese problema, pero de una manera amena y entretenida, sin tedios ni discursos moralistas como los que le siguieron a la campaña en favor de la recuperación de los libros robados. A mí me llamaba la atención que se conminara a devolver los libros robados a la innumerable masa de peruanos, que seguro que ni en su décima parte había pisado alguna vez la Biblioteca Nacional. Lo que tenía que haberse hecho, aunque pareciera una empresa descomunal, era sacar las listas con número finito de trabajadores, o investigadores, que habían podido tener acceso a los libros que se buscaba y preguntarles primero a ellos dónde creían que podrían estar los libros perdidos; sin ánimo de ofender, claro.

Para ti las mafias que trafican con incunables, documentos de archivos y otros tesoros bibliográficos estarían más relacionadas entonces con personajes con cierto poder en la sociedad peruana: catedráticos, investigadores, religiosos de altos cargos, incluso creas una figura de un candidato a congresista y de un falsificador de documentos que deambula por los pasillos de los Ministerios. ¿Te inventas de la nada esas personalidades o piensas en figuras públicas concretas con nombre y apellido?
Es una mezcla de todo, basándome en anécdotas o historias raras, escuchadas en alguna reunión, o leídas en noticias en la prensa; en todo caso, material que mi fantasía ha inflado, escogidas a dedo porque si el río suena es porque piedras trae. Hace un año o poco más, en la prensa, por ejemplo, cuando yo ya había casi terminado mi novela, apareció una noticia sobre un peruano en Lima que vendía títulos nobiliarios ingleses falsificados, lo cual me causó más que asombro mucha gracia de pensar en los ingenuos compradores. También es por todos conocido el caso de la catedrática italiana que presentó como primicia el hallazgo de unos manuscritos de aparente autoría del jesuita Blas Valera al mundo entero y puso de un plumazo en duda varios tomos de la Historia del Perú, armando una alborotada polémica entre los historiadores más serios. 

A lo largo de la trama novelesca se mencionan, sin embargo, hechos concretos con fechas y lugares que se pueden cotejar con la realidad histórica y actual peruana. Frente a ello en el preámbulo de la novela anuncias que cualquier coincidencia no será casual ni premeditada, sino inevitable. ¿Ha sido así realmente? ¿Por qué?
Es cierto que en la novela se mencionan acontecimientos con- cretos con fecha y lugar, y que tienen un correlato verificable en la realidad. Lo peculiar es que se presentan recontextualizados en otras circunstancias, fruto de mi fantasía. Es una manera borgeana de impostura pero no de personajes, sino de los marcos circunstanciales en los que aparecen ciertos sucesos acaecidos de verdad, por ejemplo, el incendio de la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, el robo de unos mapamundis de la Biblioteca Nacional de Madrid, el comunicado del director de la Biblioteca Nacional del Perú,  el robo de manuscritos y pinturas coloniales de muchas iglesias y archivos en Arequipa o Cusco, etc.  Y bueno, es inevitable su referencia porque para hablar de la mafia del comercio de libros y patrimonio cultural en el Perú, aunque fuera dentro de una historia de ciencia ficción, no se podría evitar tener que mencionar a la Biblioteca Nacional, a las Iglesias virreinales, a leyes y dictámenes judiciales ‘arreglados’, etc. Con todo ello, yo en mi novela denuncio de una manera sutil y solapada, y no he arremetido contra alguien o algo en concreto con la osadía a la que llegó el gran Heinrich Böll en su novelita El honor perdido de Katharina Blum, cuya advertencia cito en la mía.

En tu historia, al igual que en la que has mencionado de Böll, presentas la trama en una línea continua que narra una crónica, y das saltos en el tiempo para atrás, e incluso al igual que el autor alemán pones la voz de la presunta asesina en estilo directo. ¿Cuánta influencia hay de esa novela del escritor alemán que mencionas en la tuya?
No sé; pero sí es verdad que le seguí los pasos en cuanto al tema de mostrar la enorme influencia que la prensa puede llegar a tener sobre la opinión pública, al punto tal que muchos gobiernos asentados en ciertas democracias de papel latinoamericanas la usan para ejercer su poder, crear cortinas de humo, crear simpatías con ciertos personajes o tendencias, etc. Y ahora yo he tenido un instrumento más fácil para colocar la voz en estilo directo de la protagonista, a través de un blog con el que ella se dirige desde la cárcel ---cosa que vemos que realmente ocurre en la realidad del Perú--- a la opinión pública e incluso logra un grupo de seguidores de su caso.

Por otro lado, y para terminar con las conexiones con Böll, tú ironizas en torno a la prensa amarilla, pero extendiéndote hasta el periodismo radial y televisivo ¿Qué opinión tienes de la prensa peruana actual?
El poco acceso que tengo a la prensa peruana desde donde vivo es a través de Internet. En principio no veo noticieros de TV peruana por Internet ni cable, a lo mucho repaso a diario los titulares de los periódicos que tengan versión online, de todas las ciudades. A diferencia de leer los periódicos impresos, en estos se agregan los comentarios anónimos de los lectores. Yo sólo podría opinar sobre estas fuentes y me parece que lo primero que salta a la vista no es tanto el modo como se ofrecen las noticias, sino los temas, que dan muy poco espacio a la promoción de la cultura y demasiado protagonismo a las noticias de robos, asaltos, asesinatos, etc., y otros delitos del hampa por las calles, como si eso fuera el único acontecer delincuencial peruano; y se deja de lado el silencioso robo que poco a poco va ocurriendo en restos arqueológicos abandonados, en capillas coloniales de lugares alejados de la capital, donde desaparecen cerámicas, óleos de incalculable valor, manuscritos viejos, libros antiguos, etc.

… Como el Arte de los Quipus, ¿por ejemplo?, que lo fechas en tiempos coloniales.
[risas…] Bueno, ese libro me lo he inventado yo, no existe, pero creo firmemente en que debe haber existido en esos años y que alguien se lo robó y lo escondió en algún lugar, o fue incinerado en alguna hoguera inquisitorial, o quizás esté escondido en el Vaticano y alguien dentro de algunos años lo va a sacar a la luz cuando lo encuentre en el basurero de una biblioteca o de una iglesia [risas…]. En la época de la colonia hubo un fructífera producción de libros que se elaboraron con el afán de registrar los usos de las nuevas lenguas que los religiosos que llegaban a América iban pretendiendo describir sistemáticamente; a dichos libros se les llamaba Gramática, o el otro título que se usó mucho fue el de Arte, por ejemplo, en el Perú los más conocidos son, entre otros incunables, la Gramatica o arte de la lengua general de los indios de los reinos del Perú de Domingo de Santo Tomás (1560), o la Gramática y arte nueva de la lengua general de todo el Perú, llamada Lengua Quichua, o Lengua del Inca, de Holguín (1607),  o el Arte de la lengua yunga (1644) de Fernando de la Carrera.

¿De qué trata tu incunable  Arte de los Quipus? ¿Cómo nació?
En la historia que cuenta la novela el Arte de los Quipus (que fecho en 1574) se presenta como un codex, o un manuscrito que nunca se llega a imprimir, por lo tanto no es un incunable en sentido estricto, porque para pasar por la imprenta hubiese tenido que contar con la autorización de la Iglesia, lo cual hubiese sido riesgoso para el autor, pues se hubiese tenido que exponer a una negativa y hasta una confiscación de su obra; quiero decir, …si fantaseamos un poco en torno a la existencia de religiosos extremistas que buscaban ahogar entre los fieles ciertas costumbres de origen prehispánico que pudieran considerarse idolátricas. Obviamente si es un Arte tenía que haber tratado de la descripción del ‘idioma de los quipus’, por pintarlo muy sencillamente, o sea, era un libro que explicaba las formas de elaborar y decodificar los nudos que servían para todo un sistema de comunicación.


¿Por qué escogiste el tema de los quipus como objeto central de tu novela inclinándote hacia ciertos géneros, como el policial y la novela negra? ¿Nostalgia por el Perú?
En realidad, el libro que me invento y titulo Arte de los Quipus, que aparece en la novela, ‘nació’ ---como me preguntaste antes--- de una frustración personal, de una resignación frente a la imposibilidad de ir más allá en las investigaciones en torno a los quipus. Eso me llevó a tocar el tema de los quipus simplemente. Se ha escrito mucho en torno a los quipus en estudios serios, y pero también en otros que sólo parecen serios, se ha especulado a diestra y siniestra, y creo que ni siquiera el hallazgo de una cosa como una piedra de roseta nos ayudaría a descifrar su misterio. Creo que sólo el hallazgo de un libro, algo así como un Arte de los Quipus, que alguien escribiera en los primeros años de la colonia nos llevaría a algo. Ese libro alguien lo tiene que haber escrito, mi intuición de lectora, pasional y concienzuda, de crónicas, gramáticas, confesionarios, memorias geográficas, libros de viaje, etc, de la época, pero también de documentos judiciales y de la administración colonial, me llevan a pensar que algo así tuvo que haberse escrito. Algún día se encontrará ese manuscrito [risas…]. Ése es mi sueño loco. Y, bueno, la ciudad de Múnich es el marco perfecto para escribir en esos géneros, a diario la ciudad ofrece conferencias y lecturas de autores del género policial, hay librerías especializadas en el género Krimi, se ruedan series policiales para la tele por sus calles, en sus barrios viven autores famosos del género, en fin, hay ambiente suficiente para inspirarse sin muchas nostalgias, sino con los pies bien puestos en la realidad. Y quiero decir en la ‘realidad literaria’ porque Múnich es una de las ciudades más seguras y con menor porcentaje de delincuencia en Alemania, casi un paraíso.

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Novela POR EL ARTE DE LOS QUIPUS