Entrevista
a Ofelia Huamanchumo de la Cuba
Por Fernanda Gayoso
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Ofelia
Huamanchumo la Cuba (Lima, 1971) ha publicado en julio de este año la
novela corta Por el Arte de los Quipus, bajo
un joven sello editorial (Vagón Azul Editores) de su ciudad natal. La autora, radicada en Alemania,
teje en su ópera prima una entretenida historia sobre las peripecias que pasan
dos filólogos, un peruano y una española, de paso por el Perú, mientras van
tras las pistas de un manuscrito colonial que descifraría el misterio del
sistema de comunicación prehispánico de los quipus. Se interponen en el camino
la pasión y la locura, pero también las mafias, tema polémico sobre el que
la escritora y docente universitaria ha accedido a conversar.
Con tu novela Por
el Arte de los Quipus inauguras un tema en la literatura actual peruana
asociado al género que está de moda, conocido como ‘de aventuras bibliófilas’.
Lo que llama la atención es que no sigues la tradición de ir por el camino de
la novela histórica que se remite a recrear tramos paralelos al pasado
historiográfico conocido, o rellenar vacíos, sino que tú tocas más que todo
acontecimientos actuales, a manera de denuncia, como es el tema del robo de
libros y manuscritos antiguos de instituciones en el Perú. ¿Qué te llevó a ello?
En realidad esta novela era inicialmente otra
historia, que nunca pude desarrollar: la de unos coleccionistas de estampillas,
y estaba tejida en torno a las mafias de vendedores de sellos postales
falsificados que alguna vez rondaron por la feria dominical de filatelistas que
se llevaba a cabo en el patio del Correo Central de Lima. Ese esbozo de novela que
algunos amigos míos leyeron, durmió por mucho tiempo hasta que en el año 2011,
cuando yo tenía preparado un viaje de investigación a Lima, un día antes de mi
vuelo, a finales de febrero, el director de la Biblioteca Nacional del Perú
anunció en comunicado público oficial el cierre de la institución debido a los
robos habidos, y por inventarios, etc. Yo no pude cancelar el viaje y entonces
con el tiempo que ya no necesitaba para pasarme el mes entero en bibliotecas y
archivos limeños decidí sentarme a escribir la novela sobre libros perdidos o
perseguidos, con la esperanza de hacer más bulla en torno a ese problema, pero
de una manera amena y entretenida, sin tedios ni discursos moralistas como los
que le siguieron a la campaña en favor de la recuperación de los libros
robados. A mí me llamaba la atención que se conminara a devolver los libros
robados a la innumerable masa de peruanos, que seguro que ni en su décima parte
había pisado alguna vez la Biblioteca Nacional. Lo que tenía que haberse hecho,
aunque pareciera una empresa descomunal, era sacar las listas con número finito
de trabajadores, o investigadores, que habían podido tener acceso a los libros
que se buscaba y preguntarles primero a ellos dónde creían que podrían estar
los libros perdidos; sin ánimo de ofender, claro.
Para ti las mafias que trafican con incunables,
documentos de archivos y otros tesoros bibliográficos estarían más relacionadas
entonces con personajes con cierto poder en la sociedad peruana: catedráticos, investigadores,
religiosos de altos cargos, incluso creas una figura de un candidato a
congresista y de un falsificador de documentos que deambula por los pasillos de
los Ministerios. ¿Te inventas de la nada esas personalidades o piensas en
figuras públicas concretas con nombre y apellido?
Es una mezcla de todo, basándome en anécdotas o
historias raras, escuchadas en alguna reunión, o leídas en noticias en la
prensa; en todo caso, material que mi fantasía ha inflado, escogidas a dedo
porque si el río suena es porque piedras trae. Hace un año o poco más, en la
prensa, por ejemplo, cuando yo ya había casi terminado mi novela, apareció una
noticia sobre un peruano en Lima que vendía títulos nobiliarios ingleses
falsificados, lo cual me causó más que asombro mucha gracia de pensar en los
ingenuos compradores. También es por todos conocido el caso de la catedrática
italiana que presentó como primicia el hallazgo de unos manuscritos de aparente
autoría del jesuita Blas Valera al mundo entero y puso de un plumazo en duda
varios tomos de la Historia del Perú, armando una alborotada polémica entre los
historiadores más serios.
A lo largo de la trama novelesca se mencionan, sin
embargo, hechos concretos con fechas y lugares que se pueden cotejar con la
realidad histórica y actual peruana. Frente a ello en el preámbulo de la novela
anuncias que cualquier coincidencia no será casual ni premeditada, sino
inevitable. ¿Ha sido así realmente? ¿Por qué?
Es cierto que en la novela se mencionan
acontecimientos con- cretos con fecha y lugar, y que tienen un correlato
verificable en la realidad. Lo peculiar es que se presentan recontextualizados
en otras circunstancias, fruto de mi fantasía. Es una manera borgeana de
impostura pero no de personajes, sino de los marcos circunstanciales en los que
aparecen ciertos sucesos acaecidos de verdad, por ejemplo, el incendio de la
Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, el robo de unos mapamundis de la
Biblioteca Nacional de Madrid, el comunicado del director de la Biblioteca
Nacional del Perú, el robo de manuscritos y pinturas coloniales de muchas iglesias y archivos en Arequipa o Cusco, etc. Y bueno, es inevitable su referencia
porque para hablar de la mafia del comercio de libros y patrimonio cultural en
el Perú, aunque fuera dentro de una historia de ciencia ficción, no se podría
evitar tener que mencionar a la Biblioteca Nacional, a las Iglesias
virreinales, a leyes y dictámenes judiciales ‘arreglados’, etc. Con todo ello,
yo en mi novela denuncio de una manera sutil y solapada, y no he arremetido
contra alguien o algo en concreto con la osadía a la que llegó el gran Heinrich
Böll en su novelita El honor perdido de
Katharina Blum, cuya advertencia cito en la mía.
En tu historia, al igual que en la que has
mencionado de Böll, presentas la trama en una línea continua que narra una
crónica, y das saltos en el tiempo para atrás, e incluso al igual que el autor
alemán pones la voz de la presunta asesina en estilo directo. ¿Cuánta
influencia hay de esa novela del escritor alemán que mencionas en la tuya?
No
sé; pero sí es verdad que le seguí los pasos en cuanto al tema de mostrar la enorme
influencia que la prensa puede llegar a tener sobre la opinión pública, al punto
tal que muchos gobiernos asentados en ciertas democracias de papel
latinoamericanas la usan para ejercer su poder, crear cortinas de humo, crear
simpatías con ciertos personajes o tendencias, etc. Y ahora yo he tenido un
instrumento más fácil para colocar la voz en estilo directo de la protagonista,
a través de un blog con el que ella se dirige desde la cárcel ---cosa que
vemos que realmente ocurre en la realidad del Perú--- a la opinión pública e
incluso logra un grupo de seguidores de su caso.
Por otro lado, y para terminar con las conexiones
con Böll, tú ironizas en torno a la prensa amarilla, pero extendiéndote hasta
el periodismo radial y televisivo ¿Qué opinión tienes de la prensa peruana
actual?
El
poco acceso que tengo a la prensa peruana desde donde vivo es a través de
Internet. En principio no veo noticieros de TV peruana por Internet ni cable, a
lo mucho repaso a diario los titulares de los periódicos que tengan versión
online, de todas las ciudades. A diferencia de leer los periódicos impresos, en
estos se agregan los comentarios anónimos de los lectores. Yo sólo podría
opinar sobre estas fuentes y me parece que lo primero que salta a la vista no
es tanto el modo como se ofrecen las noticias, sino los temas, que dan muy poco
espacio a la promoción de la cultura y demasiado protagonismo a las noticias de
robos, asaltos, asesinatos, etc., y otros delitos del hampa por las calles,
como si eso fuera el único acontecer delincuencial peruano; y se deja de lado
el silencioso robo que poco a poco va ocurriendo en restos arqueológicos
abandonados, en capillas coloniales de lugares alejados de la capital, donde
desaparecen cerámicas, óleos de incalculable valor, manuscritos viejos, libros
antiguos, etc.
… Como el Arte
de los Quipus, ¿por ejemplo?, que lo fechas en tiempos coloniales.
[risas…]
Bueno, ese libro me lo he inventado yo, no existe, pero creo firmemente en que
debe haber existido en esos años y que alguien se lo robó y lo escondió en
algún lugar, o fue incinerado en alguna hoguera inquisitorial, o quizás esté
escondido en el Vaticano y alguien dentro de algunos años lo va a sacar a la
luz cuando lo encuentre en el basurero de una biblioteca o de una iglesia
[risas…]. En la época de la colonia hubo un fructífera producción de libros que
se elaboraron con el afán de registrar los usos de las nuevas lenguas
que los religiosos que llegaban a América iban pretendiendo describir
sistemáticamente; a dichos libros se les llamaba Gramática, o el otro título que se usó mucho fue el de Arte, por ejemplo, en el Perú los más
conocidos son, entre otros incunables, la Gramatica
o arte de la lengua general de los indios de los reinos del Perú de Domingo
de Santo Tomás (1560), o la Gramática y
arte nueva de la lengua general de todo el Perú, llamada Lengua Quichua, o
Lengua del Inca, de Holguín (1607), o el Arte de la lengua
yunga (1644) de Fernando de la Carrera.
¿De qué trata tu incunable Arte de los Quipus?
¿Cómo nació?
En
la historia que cuenta la novela el Arte
de los Quipus (que fecho en 1574) se presenta como un codex, o un
manuscrito que nunca se llega a imprimir, por lo tanto no es un incunable en
sentido estricto, porque para pasar por la imprenta hubiese tenido que contar con
la autorización de la Iglesia, lo cual hubiese
sido riesgoso para el autor, pues se hubiese tenido que exponer a una negativa
y hasta una confiscación de su obra; quiero decir, …si fantaseamos un poco en
torno a la existencia de religiosos extremistas que buscaban ahogar entre los
fieles ciertas costumbres de origen prehispánico que pudieran considerarse idolátricas.
Obviamente si es un Arte tenía que
haber tratado de la descripción del ‘idioma de los quipus’, por pintarlo muy
sencillamente, o sea, era un libro que explicaba las formas de elaborar y
decodificar los nudos que servían para todo un sistema de comunicación.
¿Por qué escogiste el tema de los quipus como objeto
central de tu novela inclinándote hacia ciertos géneros, como el policial y la novela negra? ¿Nostalgia
por el Perú?
En
realidad, el libro que me invento y titulo Arte
de los Quipus, que aparece en la novela, ‘nació’ ---como me preguntaste
antes--- de una frustración personal, de una resignación frente a la imposibilidad
de ir más allá en las investigaciones en torno a los quipus. Eso me llevó a
tocar el tema de los quipus simplemente. Se ha escrito mucho en torno a los
quipus en estudios serios, y pero también en otros que sólo parecen serios, se
ha especulado a diestra y siniestra, y creo que ni siquiera el hallazgo de una
cosa como una piedra de roseta nos ayudaría a descifrar su misterio. Creo que
sólo el hallazgo de un libro, algo así como un Arte de los Quipus, que alguien escribiera en los primeros años de
la colonia nos llevaría a algo. Ese libro alguien lo tiene que haber escrito,
mi intuición de lectora, pasional y concienzuda, de crónicas, gramáticas, confesionarios,
memorias geográficas, libros de viaje, etc, de la época, pero también de documentos
judiciales y de la administración colonial, me llevan a pensar que algo así
tuvo que haberse escrito. Algún día se encontrará ese manuscrito [risas…]. Ése
es mi sueño loco. Y, bueno, la ciudad de Múnich es el marco perfecto para
escribir en esos géneros, a diario la ciudad ofrece conferencias y lecturas de
autores del género policial, hay librerías especializadas en el género Krimi, se ruedan series policiales para la
tele por sus calles, en sus barrios viven autores famosos del género, en fin, hay
ambiente suficiente para inspirarse sin muchas nostalgias, sino con los pies
bien puestos en la realidad. Y quiero decir en la ‘realidad literaria’ porque
Múnich es una de las ciudades más seguras y con menor porcentaje de
delincuencia en Alemania, casi un paraíso.
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Novela POR EL ARTE DE LOS QUIPUS