Un
premio literario y rosas blancas por los estudiantes caídos
Hace
70 años, un 18 de febrero de 1943, dos estudiantes de la Universidad Ludovico
Maximiliano de Múnich (LMU), Alemania, fueron arrestados en el edificio central
del campus por aventar en el lugar volantes con mensajes de protesta contra las
aberraciones que se estaban cometiendo en el país en nombre del nacionalsocialismo. Un par de días después las cabezas de
los dos jóvenes rodaban luego del guillotinazo oficial que había dado fin a sus
días. Sophie y Hans Scholl fueron los nombres de aquellos mártires. Hermanos
ambos, integraron un movimiento estudiantil llamado “La Rosa Blanca”, que buscó crear resistencia activa contra el régimen nazi
repartiendo por las calles volantes clandestinamente o remitiendo por correo
postal a la población alemana textos de protesta en los que se cuestionaba la
guerra y la dictadura de Hitler. El recuerdo de ese accionar es hoy una lección de coraje y de
civismo no sólo para la juventud alemana, sino para todos los ciudadanos del país,
de ahí que el tema haya sido llevado a la literatura y al cine, y existan en
Alemania calles, plazas y escuelas con el nombre Hermanos Scholl.
Anualmente
la Asociación de Libreros Alemanes del Estado de Baviera concede en el mes de
noviembre el Premio Hermanos Scholl, dotado de 10,000 euros, al libro del año –publicado
en alemán, original o en traducción de otros idiomas - que destaque por ser una
muestra de independencia ciudadana y libertad de expresión, que promueva el coraje
civil, intelectual y estético, y que impulse a la toma de conciencia de la
responsabilidad de todos frente al presente. Entre los ganadores extranjeros figuran en los últimos años
el poeta chino Liao Yiwu (2011), el periodista italiano Roberto Saviano (2009)
y la activista americano-rusa Anna Politkowskaja (2007).
En
estos días de invierno muniquense la nieve yace junto al grabado en piedra de
los volantes, hecho en el suelo a la entrada del edificio principal de la LMU,
que recuerda las sublimes acciones de parte de los estudiantes caídos en aquel
entonces. Y esta mañana de un lunes frío de febrero un par de rosas blancas y
una vela encendida sobre esa piedra grabada han hecho detener mi apurado paso
hacia las aulas. Un escalofrío y
una tristeza infinita me han invadido sin poder evitarlo. He visto en la llama
ardiente del cirio el fuego con que tantos estudiantes peruanos en su momento
cayeron en la lucha por protestar contra la injusticia, la opresión, las
dictaduras, el abuso. Me llama la
atención, sin embargo, la indiferencia con que justo hoy día algunos
estudiantes pasan y repasan por ahí, sin regalarle al sencillo monumento
siquiera una mirada furtiva, una ojeada solapada, un rápido vistazo. Yo he escrito este texto y he tomado unas fotos que lo acompañen, para que la visión de esas rosas blancas se prolonguen, en
todo aquel que las vea, en un deseo de paz y justicia para el mundo entero.
Múnich,
lunes 18 de febrero de 2013.