Los Loros

[FRAGMENTO]

Cuando yo era estudiante en Lima, un soleado mediodía de verano, un amigo de la niñez, al que yo no veía hacía mucho tiempo, le dejó un encargo para mí al vigilante de mi calle: una jaula con un peruanísimo loro verde de cabeza roja, de esos “que hablan”. Mi amigo tenía que hacer unas prácticas de Zootecnia por dos semanas en una granja avícola en Huaral, adonde por estar “terminantemente prohibido” no podía llevarse la jaula con el lorito verde de cabeza roja, su mascota, me había escrito. La carta que acompañaba a la jaula con el ave portaba además instrucciones claras: “Coloca la jaula a dos metros de altura, pero no lo tengas enjaulado. Ábrele la puertita y deja que salga solo de la jaula y se pose sobre ella. Se quedará ahí todo el día sin molestar. No lo dejes solo en casa. Si tienes que salir: prende la radio en algún programa de comentarios políticos o noticiero con mucho debate, pues mientras escuche voceríos no intentará escaparse donde la vecina, si se da cuenta de que no hay nadie en casa. Puedes atreverte a rascarle suavemente entre el ala y el buche, le gusta. Cuando empiece a oscurecer lo puedes meter a su jaula (no suele entrar de manera voluntaria), esto es difícil, pero seguro que podrás. Cúbrele la jaula con una franela, así se dormirá enseguida. Ahora en el verano puedes tenerlo todo el día afuera a la sombra, y ahí también puede pernoctar dentro de su jaulita tapada. Cada tres días puedes ponerle al pie de la jaula un lavatorio con agua, de aprox. 5 cm de profundidad, él sabe bañarse solo. Te dejo un saco de sus semillas favoritas, pero ofrécele también fruta, le gusta la papaya y el plátano, y no olvides darle agüita”.


Artículo completo en "OtroLunes", Revista Hispanoamericana de Cultura (jun 2015, nº 37)

También publicado en BESTIARIO PERSONAL (Berlín: Epubli, 2017; 108 págs) [booktrailer]

Brujas y madrastras en los cuentos de los hermanos Grimm

[fragmento]





Desde que se publicó la primera edición de 1812 de los cuentos recopilados por los hermanos alemanes Jakob y Wilhelm Grimm se ha hablado mucho de la crueldad y lo macabro de las versiones originales, que tuvieron que ser corregidas para ponerlas al alcance de los niños. Lo cierto es que los cuentos que se hicieron populares a nivel mundial fueron los publicados en una selección especial destinada para niños hacia 1825.
El acopio que hicieron los Grimm de los relatos populares que circulaban durante el romanticismo alemán fue el fruto de un trabajo de muchos años que dio como resultado una antología de 200 cuentos y 22 leyendas pequeñas, que en principio no estaba destinadas al público infantil. Todas esas historias están compuestas de trasfondos de diversa índole, que reflejan características morales, religiosas, sociales e históricas de la sociedad europea; en algunas, no obstante, reina un ambiente que se acerca al mundo fantasioso de las fábulas, mientras que en otros cuentos existe una mezcla de ambos tipos de historias, y es precisamente en ellos donde se ponen en evidencia determinadas prácticas sociales que poseen un trasfondo histórico y mitológico al interior del mundo ficcional en el que aparecen, como en los casos en que se toca el tema de las prácticas de magia.
En el presente artículo realizaré un acercamiento a los cuentos recopilados por los hermanos Grimm donde se ejercite la magia, haciendo para ello dos reducciones. La primera es que me limitaré a observar la práctica de la magia en personajes con atributos humanos; y la segunda, es que escogeré a personajes femeninos. Quiero mostrar que en los cuentos de los hermanos Grimm la magia que es practicada por diferentes criaturas humanas alcanza la calidad de malévola cuando es llevada a cabo por brujas o madrastras.


 Artículo completo en: BABAR, Revista de Literatura Infantil y Juvenil