Lima, siglo XXI |
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Cinco metros de poemas [1927]
Carlos
Oquendo de Amat
Si alguien me preguntara por la
diferencia arquitectónica entre una ciudad y un pueblo, de hecho lo primero que
señalaría yo como construcciones significativas de la gran urbe serían sus
altos edificios: no sus casitas a dos aguas, sino sus azoteas coronando
elevados inmuebles; no el armonioso condominio de moradas de una planta con
jardines comunes, sino la elevadísima mole de concreto con números de
apartamentos en vez de nombres de vecinos; no sus edificaciones medianamente
"subibles a pie", sino sus construcciones supraterrenales, imposibles
de conquistarse sin ascensores, y que parecen seguir una especie de estilo
gótico ultramoderno, como espigados monstruos de cemento intentando estar lo
más cerca del cielo. No por nada las imágenes que se evocan al pensar hoy en
día en alguna de esas grandes urbes son aquellas donde reinan excelsos
edificios, desde rascacielos y alzados bloques lujosos hasta verticales favelas
de hormigón, como hay en Nueva York, Tokio, Dubai, Londres, París, Frankfurt,
Milán, Río de Janeiro, Buenos Aires, Caracas.
Seguir leyendo en mi columna Urbes Textuales :
OTROLUNES - Revista Hispanoamericana de Cultura, junio 2019, nr. 51, Año 13.