En SIETECULEBRAS - Revista Andina de Cultura, nr 51, Cusco 2023; pp.40-42 |
Hace un siglo el ambiente cultural alemán se encontraba infestado de inconformismo y revolución, lo cual había traído como consecuencia el desvarío literario que produjo teatro, narrativa y poesía en sus más diversas manifestaciones. Corrientes bautizadas por la crítica como expresionistas, dadaístas, surrealistas, fueron el reflejo de una vanguardia alemana que buscaba cierto individualismo y que al final de cuentas pareciera haber terminado apostando por el anonimato como bandera de la objetividad, hecho demostrado en la enorme cantidad de artículos con seudónimo, o anónimos, publicados en las revistas culturales alemanas de comienzos del siglo XX, que se decantarán por la polémica, aguda y casi militante, frente a la crisis de entonces.
En esa dirección destacó un poeta alemán muy peculiar, que usó el seudónimo Ludwig Rubiner para la autoría de sus obras. Su nombre completo fue Ernst Ludwig Grombeck (Berlin, 1881–1920). Fue además escritor, ensayista, dramaturgo y crítico literario. Gran parte de su legado se compone de escritos personales, aunque destacó por su conocido manifiesto Der Dichter greift in die Politik [El poeta incursiona en la política, 1912], en el que muestra una visión ideal del artista de letras, en relación a las inherentes conexiones entre la literatura, la política y la moral. Del mismo modo, el ensayo corto Die Anonymen [Los Anónimos] fue publicado en la revista berlinesa Die Aktion, también en 1912, y cobra vigencia para volver sobre la pregunta por el rol político y moral que juegan las revistas culturales en la actualidad, digitales e impresas, sus directores y sus colaboradores, en tiempos del poeta del selfie, tan lejos del anonimato y el seudónimo.
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