Los semáforos



Semáforo doble en la Plaza Mayor de Lima

"Esa chica de azul que espera enfrente en
el semáforo, ¿quién será?,¿de dónde vendrá?,
 ¿adónde irá con el bolso en bandolera?"
Manuel Vincent

El instante suspendido de lo que dura el color rojo de un semáforo para peatones ---en medio de ese inexorable tiempo de las grandes urbes--- puede ser el marco a una extraña reminiscencia, a un dubitativo recuerdo de alguien que acaso se creyera haber conocido en otra vida, a una fugaz ternura, e incluso exagerando, a un amor a primera vista. Todo a condición de soñar, de darse el lujo de jugar a evadir la realidad por unos segundos. Segundos que entonces se convierten en un bálsamo temporal, en una festina lente de ese apresurado devenir del hombre contemporáneo.  ¿Qué sería de tantos peatones apremiados en Berlín, Bonn, París, Milán, Viena, o peor aun, en Nueva York, en Tokio?, para quienes los semáforos pudieran ser la única forma de hacer un alto en su diario trajín, como quien se mira ante un espejo, contemplando a otros de su especie con las mismas prisas, aunque debido a distintas causas, detenidos enfrente.
[...]


Ver texto completo, publicado en mi columna URBES TEXTUALES:
OTROLUNES - Revista Hispanoamericana de Cultura nr. 50, marzo 2019, año 13. 
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